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La Gestión de Riesgos asociados a las Avalanchas
La gestión del riesgo asociado a las avalanchas es una tarea compleja y multidisciplinar que incluye tanto la cartografía de las zonas proclives a los aludes como la predicción del fenómeno, la construcción de estructuras de defensa y el desencadenamiento artificial de las avalanchas. Sin embargo, ante todo, es imprescindible conocer el fenómeno y sus causas.
1. La cartografía de la peligrosidad a los aludes
La gestión del territorio, en lo que respecta a los riesgos naturales, tiene por objeto mitigar las consecuencias de dichos riesgos. En este sentido, un amplio conocimiento del fenómeno y su localización es lo que va a permitir aplicar correctamente actuaciones de defensa estructurales y no estructurales. Esta gestión del territorio se va a apoyar, en las cartografías y, en el presente caso, en las cartografías de aludes.
Mapa de zonas de aludes: Se representan las áreas susceptibles de desencadenamiento, trayectoria y alcance de aludes. El proceso para elaborar estos mapas se basa en la identificación del terreno favorable al desencadenamiento de aludes y las trazas del recorrido y alcance de las mismas.
Mapas de riesgo: Integran los mapas de zonas de aludes con el estudio de frecuencias de aludes por sector nivológico y los estudios de los elementos vulnerables; zonas pobladas (núcleos de población, población dispersa, zonas turísticas y similares) y la red viaria y ferroviaria susceptible de sufrir daño.
Es importante que una vez que se hayan identificado las zonas susceptibles de ser afectadas por avalanchas de grandes magnitudes, se racionalice su uso, prohibiendo la edificación en las zonas de alta Peligrosidad; así, las personas pueden ser protegidas de los riesgos de aludes.
Para que todo esto sea posible es necesario que exista un marco legal que lo imponga. Lamentablemente, los intereses existentes en lo que se refiere al valor del suelo impiden la aplicación de este tipo de planes si no existe una obligación legal.
El cambio del precio del suelo cuando cambia su calificación de urbanizable a no urbanizable, por ejemplo, en una zona turística de montaña en expansión, es considerable y provoca que, en muchos casos, prevalezcan los intereses privados sobre los de la colectividad.
En este sentido, los ciudadanos nos encontramos desamparados, desprotegidos y sujetos al impacto destructivo de aludes y otros riesgos naturales. Hasta que no exista una conciencia social clara y una demanda clara de responsabilidad a la clase política, difícilmente podremos cambiar esta situación.
2. La construcción de estructuras de defensa
Para reducir el riesgo de desencadenamiento de una avalancha, el método más habitual es la reforestación de las zonas críticas, mejorando así, la estabilidad del manto de nieve y reforestando los sectores críticos. Este método tiene ciertos problemas. En primer lugar no se puede reforestar en zonas muy altas donde la vegetación tiene bajas probabilidades de superviviencia, en segundo lugar la reforestación es eficaz al cabo de 30 a 50 años de haberse realizado. Por eso, se complementan con obras de contención de aludes.
Hay un conjunto de medidas preventivas basadas en actuaciones directas en aquellas zonas de riesgo, pueden ser estáticas o dinámicas.
Las estructuras de defensas estáticas son medidas de mitigación instaladas en las zonas de iniciación para evitar avalanchas. Los sistemas de barreras se instalan en serie, cubriendo completamente la zona de iniciación. Este método proporciona soporte estructural a la capa de nieve, minimizando así el riesgo de iniciación de avalanchas. Estas obras para fijar la nieve en su lugar son las más clásicas. Existen dos categorías de estructuras: las estructuras rígidas compuestas por rastrillos y las estructuras flexibles compuestas por redes.
El rastrillo es un tablero de madera o metal, con largueros dispuesto perpendicular al terreno. Se instalan en zonas de inicio impidiendo así la ruptura del manto de nieve formando obstáculos de retención. Este tipo de estructuras se recomienda para pendientes fuertes.
Las pantallas de redes de protección contra las avalanchas están constituídas por redes de cables metálicos y están sostenidas por postes. La base de las redes a menudo está fija al terreno.
Las estructuras de defensas dinámicas de protección actúan sobre las avalanchas que ya están en movimiento. Las estructuras de protección dinámica son estructuras lineales que se erigen en las zonas de trayectoria de aludes. Mientras que las barreras de protección contra caídas de rocas están diseñadas para retener rocas, las estructuras dinámicas de protección contra aludes acortan la distancia de recorrido de los aludes y, por tanto, reducen el tamaño de la zona de peligro.
3. El desencadenamiento artificial de las avalanchas
Consiste en provocar voluntariamente una avalancha por un medio artificial con el fin de suprimir el peligro que representa. Esto se hace de forma controlada, antes de que la avalancha pueda arrancar de forma natural y de manera imprevisible. La técnica utilizada es la de ir purgando la nieve a medida que se va acumulando, produciendo pequeñas avalanchas. De esta manera se evita una gran acumulación de nieve que podría dar lugar a una avalancha importante.
Así, en presencia de una pendiente cuyo manto de nieve es inestable, se realiza una explosión sobre ese manto de nieve, ya sea a gas o mediante explosivos, así ya no constituye ningún riesgo. Para ello se toman las medidas de seguridad necesarias, para que al ejecutarlo, no se provoquen daños, ni accidentes.
El desencadenamiento preventivo mediante gas: La empresa TAS creó el sistema DaisyBell, una solución aérea y móvil. Transportado por un helicóptero, permite proteger diferentes sitios con una misma solución. El principio es simple. En vuelo estacionario entre 3 y 10 metros sobre el corredor, DaisyBell genera una explosión de una mezcla de hidrógeno/oxígeno contenido en un balón metálico de forma cónica. Debido a su autonomía y a su movilidad, este sistema permte una sucesión de tiros en varias zonas geográficas.
El desencadenamiento preventivo mediante explosivos: Utiliza cargas explosivas que se pueden ya sea lanzar o deslizar sobre la nieve. Ellas son entonces activadas por un detonador eléctrico o pirotécnico concetado a una mecha lenta cuando el pistero socorrista está situado cerca de la zona de inicio de una avalancha.
La sociedad Lacroix creó el «Avalancheur», un cañón de tiro neumático, el cual permite un desencadenamiento en diferentes corredores a partir del mismo punto. Con gran alcance, pueden enviar una flecha que contiene explosivos, a puntos de difícil acceso, hasta a 2,000 metros de distancia según la presión al momento del disparo.
La sociedad Montaz Equipement creó el «Catex», cable transportador de explosivos. Los explosivos son transportados a través de un cable de varios kilómetros que circula por torres sobre corredores de avalancha hasta el punto de tiro. Después de enganchar la carga a un cilindro blindado, esta se sigue en la pantalla de un telecomando que tiene un alcance de 5 km. El disparo también se hace a distancia.
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