Las avalanchas

Factores que determinan una avalancha

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¿Qué factores debemos analizar para saber si una zona es susceptible a avalanchas?

Para evaluar la posibilidad de ocurrencia de una avalancha o alud, y ubicarla en una escala de peligro, es imprescindible hacer un análisis detallado de tres variables fundamentales:

  • Las características del terreno
  • Las características del manto de nieve existente
  • Las condiciones meteorológicas
Factores que desencadenan una avalancha

Las características del manto nivoso, dependen de factores topográficos y de las condiciones meteorológicas durante y después de cada nevada. Los granos o cristales de nieve que componen el manto nivoso, sufren una continua transformación, el cual depende, de la acción del viento, la temperatura del aire, la humedad, la radiación solar y la lluvia. También debemos analizar el grado de inclinación de la ladera, el aspecto de la ladera respecto al sol y al viento, la forma y elevación de la ladera, la presencia de anclajes naturales (como rocas y árboles).

1. El terreno

Para saber si el terreno es propicio para la ocurrencia de una avalancha, hay que considerar varias características del terreno, de las cuales la más importante es la pendiente. El riesgo aumenta especialmente a partir de los 27º de inclinación y es el rango de los 30º a los 45º el más peligroso. Por encima de dicha inclinación, la nieve no suele acumularse, pues la fuerza de tracción supera a la de la resistencia, purgándose dichas laderas verticales conforme las nevadas se suceden.

La inclinación de la pendiente

Otro factor importante es tener en cuenta la orientación de la ladera respecto al sol y a la dirección preponderante de los vientos en la zona. Las laderas orientadas en dirección contraria al sol (generalmente al norte y al este) suelen tener un manto de nieve más profundo. En estas laderas umbrías, es más probable encontrar capas más débiles, y las temperaturas más frías tienden a preservar las capas débiles durante más tiempo.

Los vientos de moderados a fuertes desplazarán la nieve superficial suelta y la nieve recién caída, de las laderas orientadas hacia el viento (barlovento) a las laderas orientadas en sentido contrario al viento (sotavento). Lo cual aumenta los esfuerzos de cortes sobre el manto de nieve en la zona de acumulación, contribuyendo a la inestabilidad del mismo.

La dirección del viento

Las cornisas son superficies de nieve que forman una capa con adherencia precaria sobre la base inferior. Suelen formarse tras nevadas con viento, aunque también se pueden formar en días de viento, aunque no haya nevado días antes, arrastrando la nieve de la ladera expuesta al viento a la ladera contraria, llamada ladera a sotavento. Tienen un anclaje precario sobre la nieve de debajo que podrá romperse ante la sobrecarga de un esquiador y empezar a deslizarse ladera abajo.

Las cornisas son peligrosas

Otro factor a tener en cuenta son la forma de la ladera (cóncava o convexa). Los cambios de rasante convexos son más peligrosos que los cóncavos (a misma pendiente) debido a que en los convexos la nieve tiende a estirarse y es más inestable. En cambio, en los cóncavos, la nieve que se apelmaza en lo bajo de la concavidad sirve de base y es más segura.

Forma de la ladera

La altura o elevación del terreno también es importante. A más altura, hace más frío y se acumula más nieve, e incluso sopla más viento. Especialmente cuando hay diferencias de elevación extrema, como picos de más de 3500 msnm, la cima tendrá temperaturas más duras y extremas. La diferencia de la base con la cima será evidente.

Los árboles densos, protegen la nieve de los efectos del viento y la luz solar, modifican el manto nivoso desprendiéndose de la nieve e inhiben el crecimiento de la escarcha superficial. En algunos casos, los árboles densos también sirven para anclar el manto de nieve en su sitio, limitando la posibilidad de que una placa se desprenda del manto. Desplazarnos entre árboles densos puede ser una buena opción en periodos de elevado peligro de avalancha.

Anclajes naturales

2. El manto de nieve

El manto está compuesto por diferentes capas de nieve, cada uno determinado por las condiciones climáticas en el momento que se depositó, así como por los cambios de temperatura, presión y humedad que ocurrieron en el manto desde su formación.

Esto se debe a que la nieve se va transformando con el transcurso del tiempo. Este cambio depende, entre otros factores, principalmente a la temperatura. El resultado de esta transformación es que cada capa será más o menos compacta, más o menos resistente a esfuerzos de corte, tracción y compresión y estará más o menos ligada a las capas adyacentes.

Lo importante es que existe peligro de que ocurra una avalancha de placa cuando una capa relativamente fuerte se encuentra sobre otra más débil, o cuando capas de similar resistencia, están poco adheridas entre sí, o separadas por una capa más débil.

3. El clima

Las condiciones climáticas influyen directamente sobre la estructura del manto de nieve y son a menudo factores determinantes en la estabilidad del mismo. Los patrones más comunes que llevan a condiciones de inestabilidad son los siguientes:

  • Acumulación importante de nieve en un periodo de tiempo corto: Que ocasiona aumento rápido de las tensiones de tracción y corte en el manto sin aumento de la cohesión.
  • Lluvias fuertes: Provocando el aumento considerable del manto de nieve sin agregar resistencia al mismo. Disminución de la adhesión entre granos y debilitación del manto.
  • Aumento rápido y prolongado de la temperatura cerca o por encima del punto de congelamiento: Si el manto era estable, pueden desarrollarse inestabilidades hasta que la temperatura baje nuevamente. Si el manto tenía capas débiles la probabilidad de que se genere una avalancha de placa aumenta considerablemente.
  • Radiación solar intensa: Acelera el deterioro de las capas débiles y transforma rápidamente la superficie del manto.

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