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La Estrategia Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres – EIRD define a la vulnerabilidad como: «las posibles pérdidas que ocasionaría un desastre en términos de vidas, las condiciones de salud, los medios de sustento, los bienes y los servicios, y que podrían ocurrir en una comunidad o sociedad particular en un período específico de tiempo en el futuro».
El Reglamento de la Ley 29664, que crea el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (SINAGERD) lo define como: «la probabilidad de que la población y sus medios de vida sufran daños y pérdidas a consecuencia de su condición de vulnerabilidad y el impacto de un peligro».
Por riesgo de desastre en particular entendemos, la probabilidad de daños y pérdidas futuras asociadas con el impacto de un evento físico externo sobre una sociedad vulnerable, donde la magnitud y extensión de éstos son tales que exceden la capacidad de la sociedad afectada para recibir el impacto y sus efectos, y recuperarse autónomamente de ellos (Allan Lavell. La gestión local del riesgo: nociones y precisiones en torno al concepto y la práctica. 2003).
El riesgo es la suma de las posibles pérdidas que ocasionaría un desastre u otro evento adverso en términos de vidas, condiciones de salud, medios de sustento, bienes y servicios, en una comunidad o sociedad particular en un período específico de tiempo en el futuro. Está en función del peligro y la vulnerabilidad, y es directamente proporcional a estos dos factores, por lo que se puede afirmar que el riesgo es dinámico y que puede aumentar o disminuir en la medida que ambos factores o uno de ellos varíen.
El crecimiento de la población y la rápida urbanización están impulsando el aumento de los riesgos de desastres. Las Naciones Unidas calcula que para 2050 más de dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades. En el informe del Banco Mundial Aftershocks (Réplicas) se explica que estas tendencias podrían poner en riesgo, solo considerando las inundaciones fluviales y costeras, a 1300 millones de personas y USD 158 billones en activos.
La atención está puesta en la reducción de los riesgos de desastre: un dólar invertido en la preparación para casos de desastre puede evitar pérdidas económicas cifradas en siete dólares: un significativo rendimiento de la inversión. En calidad de partes signatarias del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, los Miembros de la OMM se comprometen a prevenir la aparición de nuevos riesgos de desastres y a reducir los existentes mediante la aplicación de una serie de medidas integradas e inclusivas que prevengan y reduzcan la exposición a los peligros y la vulnerabilidad a los desastres, aumenten la preparación para la respuesta y la recuperación, y, de ese modo, refuercen la resiliencia.