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La calabaza de Halloween y la leyenda de Jack
Aunque ahora Halloween es una festividad norteamericana, curiosamente la historia de esta festividad comienza en Europa. Durante la época pagana, el pueblo celta celebraba el día 31 de octubre el «Samhain» que era la celebración del final de la temporada de cosechas. Esto era considerado también como el Año Nuevo Celta. También se pensaba que durante esta fecha los muertos volvían de entre las sombras y paseaban entre los mortales.
En estas fechas, los difuntos tenían permiso para regresar y poder reunirse con sus familiares vivos. Pero también se pensaba que podían aparecer espíritus malignos. Para alejar a estos espíritus, los celtas dejaban comida en las puertas de su casa. Esa tradición acabó convirtiéndose en lo que hoy conocemos como «trick or treat» (broma o golosina). Los niños van puerta por puerta pidiendo dulces diciendo esa famosa frase.
Para alejar a los malos espíritus, también se vaciaban nabos y se les ponían velas dentro y se utilizaban antorchas. Y toda la comida que se dejaba en las puertas era llevada a los chamanes o sacerdotes celtas del lugar llamados «druidas». Estos daban la comida y hacían sacrificios animales y humanos a sus dioses. Más adelante, cuando llegaron los romanos, al ver tanto sacrificio decidieron prohibir la fiesta y cambiarla por el día de todos los santos.
En el siglo XIX, hay muchos irlandeses que migran a Norteamérica. Al llegar ahí, vuelven a popularizar la festividad de Halloween con historias. Una de ellas es la historia del Jack-o'-lantern que se relata a continuación.
La Leyenda del Jack-o'-lantern
La historia comienza con Stingy Jack, o Jack el tacaño en castellano. Era un irlandés de no muy buena reputación, era alcohólico, mala gente, y además era muy astuto. Era tan astuto que consiguió engañar al mismísimo diablo. Hay varias historias sobre cómo Jack consiguió engañar al Diablo.
En una de ellas Jack estaba siendo perseguido por algunos aldeanos a quienes había robado cuando se encontró con el diablo, quien le dijo que había llegado el momento de su muerte. Sin embargo, el ladrón retrasó su suerte tentando al diablo a castigar a los aldeanos que le perseguían alegando que eran fieles a Dios. Jack le propuso al Diablo que se convirtiera en moneda de plata para entregársela a los lugareños como pago por lo robado, una vez que los lugareños tuvieran la moneda, el Diablo desaparecería y los lugareños se pelearían entre sí por ver quién la había robado.
Sorprendido ante tal petición, el diablo accedió a la propuesta: se convirtió en una moneda de plata y saltó bolsillo del saco que Jack llevaba, solo para encontrarse junto a un crucifijo que el ladrón también había robado en la aldea. Jack cerró bien el bolsillo y la cruz privó al diablo de sus poderes; y así lo atrapó. Para liberarse el diablo le concedió 10 años más de vida a Jack, y él aceptó.
Diez años más tarde, el diablo fue a buscar definitivamente a Jack, como parte de su trato. Él al reencontrarse con el diablo, le pidió ir a un manzano y tomar una última manzana antes de morir. Jack convenció al demonio y fueron a un bosque. El diablo subió al árbol a recoger una manzana y Jack rodeó todo el árbol de crucifijos, dejando al diablo nuevamente atrapado.
Jack le pidió que su alma nunca pudiera ser tocada por el diablo, y este para liberarse aceptó. Jack siguió con su mala vida hasta que un día finalmente murió. Pero cuando fue a entrar al cielo, San Pedro no le dejó entrar, ya que había llevado una vida muy pecaminosa. Al no poder entrar al cielo, y al no poder tocar satanás su alma, quedó condenado a vagar como un espíritu el resto de su vida.
En ese momento Jack no tenía a donde ir. Se preguntó cómo podría ver hacia dónde se dirigía, ya que no tenía luz alguna, y el diablo le arrojó, a modo de burla, una brasa que nunca dejaría de arder, ya que era una brasa de fuego del infierno. Jack ahuecó uno de sus nabos, puso la brasa en su interior y comenzó a vagar eternamente y sin rumbo por todo el mundo para encontrar un lugar donde finalmente descansar, creándose así los famosos Jack-o'-lantern, cuya traducción literal es «el farol de Jack».
Cabe mencionar que los celtas solían colocar carbones encendidos dentro de nabos, los cuales colocaban en las tumbas como gesto de bienvenida a sus queridos difuntos y para permitirles ver su camino de regreso al mundo de los vivos.
Origen de las calabazas de Halloween
Cuando los irlandeses llegaron a Estados Unidos, no existía una plantación de nabos, pero en cambio había un exceso de calabazas, y se dieron cuenta que eran mucho más grandes y fáciles de cortar que los nabos, así que cambiaron la tradición y empezaron a usar calabazas.
Posteriormente se empezaron a tallar las calabazas en forma de una cara macabra en honor a Jack, cuyo interior ahora es iluminado con velas en vez de carbones, y de esa forma surgió la calabaza Jack-o-lantern, emblemático de Halloween.
Para hacer una calabaza de Halloween generalmente se coge una calabaza gigante, se le quita la parte superior a modo de tapa, y luego se extrae la pulpa de su interior; sobre la superficie exterior se talla una imagen, generalmente un rostro monstruoso. Durante la noche se coloca una vela encendida en su interior para crear un efecto luminoso, a modo de linterna.
Esto tuvo mucha repercusión y desde entonces se simboliza la noche de Halloween con una calabaza con una cara tenebrosa tallada. Cada 31 de octubre por la noche se ponen estas calabazas talladas con una vela en su interior en las ventanas y en las puertas de las casas para ahuyentar al diablo y a todo espíritu maligno de los hogares.
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