Terremoto de 1746

El terremoto de 1746

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El Terremoto de 1746 que destruyó Lima

El 28 de octubre de 1746, cerca de las 10:30 de la noche, cuando la población de Lima se encontraba en sus casas cenando y otros ya descansado, la tierra al parecer alcanzó niveles muy altos de sacudimiento que en escasos 4 minutos, según las crónicas de la época, hizo que las viviendas, templos e iglesias comenzaran a sacudirse y desplomarse con gran facilidad.

Recién al día siguiente, las autoridades y sobrevivientes pudieron darse cuenta de lo que había sucedido; al parecer, de Lima no quedaba nada en pie. Las calles se veían obstruidas por los escombros y el interior de los edificios ofrecía un aspecto desolador. Las torres de la Catedral se desplomaron y cayeron sobre las bóvedas destruyéndolas. Prácticamente todas las iglesias, conventos, monasterios, capillas y hospitales, sufrieron más o menos iguales destrozos.

Las personas buscaban a sus familiares entre los escombros y otros simplemente permanecían inmóviles en las puertas de sus casas en ruinas. Varias personas llegaban del puerto del Callao a refugiarse y narraban que después de 20 minutos de terminado el terremoto, el mar azotó al puerto con dos olas de gran altura que arrasó con todo, no dejando nada a su paso.

Terremoto de 1746

Las evaluaciones de los daños daban cifras preocupantes: de 60 mil habitantes en Lima, el 10% perdieron la vida. De 3 mil casas distribuidas en 125 manzanas, solo 25 quedaron en pie. En el caso del Callao, de 5 mil habitantes solo habrían quedado con vida 200 personas, y de la ciudad, apenas algunos muros quedaron en pie.

Los relatos escritos en diversas crónicas de la época detallan de manera descriptiva el pánico de la población. Existía gran incertidumbre por falta de información o de alguien que les asegure que todo ya había terminado. Los textos indican que ante la desesperación de las personas, fue común ver actos de pillajes, la gente pobre ingresaba a las casas y las haciendas de los ricos para robar. Esto se hizo más crítico ante la evidente falta de alimentos, lo que llevó a situaciones en donde las epidemias comenzaron a hacerse presente. Hasta febrero de 1747, muchas personas murieron por epidemias como el tabardillo, dolores pleuríticos, disentería y cólicos hepáticos.

Terremoto de 1746

La recopilación de toda la información histórica sobre daños y efectos de este terremoto, han permitido estimarle una magnitud de 8.8; por lo tanto, éste sería el mayor de todos los sismos ocurridos hasta la fecha en la costa de la región central del Perú. Las interpretaciones de los datos recolectados indicarían que el evento fue precedido por un gran número de sismos precursores de moderada magnitud.

Después del terremoto se habrían producido por lo menos dos réplicas que contribuyeron a incrementar los daños en la ciudad, por lo tanto, habrían presentado magnitudes importantes. Después del terremoto y tsunami, los pescadores indicaron que el mar nunca volvió a su cauce normal.

La destrucción causada por el sismo se extendió a varios kilómetros. En las localidades de Chancay, Huaura, Barranca y Pativilca los mayores daños fueron en viviendas, a lo que se sumó un gran número de personas afectadas. Los daños parecían ser menores en Cañete, Ica y Arequipa, aunque el terremoto fue percibido hasta Tacna por el sur y Piura por el norte, incluso en la zona de selva como Chachapoyas.

La Reconstrucción

Gobernaba entonces en el Perú el virrey José Antonio Manso de Velasco. Él desde un principio adoptó todas las medidas que pudieran contribuir a tajar el desorden y hacer menos grave la desgracia. En los años siguientes dedicó todos sus esfuerzos a la reedificación de la capital y de su puerto. Por todos estos servicios y por la construcción de la estupenda fortaleza del Callao, recibió del rey Fernando VI con fecha de 8 de febrero de 1748 el título de Conde, con la expresiva denominación de Superunda «sobre las olas».

El Conde de Superunda

Muy poco a poco volvieron las cosas a tomar su ritmo normal en Lima, aun cuando el recuerdo de tan funesto episodio quedó por mucho tiempo grabado en el espíritu de los sobrevivientes de la catástrofe.

10 veces más fuerte que Pisco

Para quienes percibieron el sacudimiento del suelo en Lima durante la ocurrencia del sismo de Pisco del 2007, deberían comprender que, con este posible sismo, el suelo se sacudirá 10 veces más fuerte.

Ante este escenario, nos deberíamos plantear algunas interrogantes. Por ejemplo, con estos altos niveles de sacudimiento del suelo, ¿cuál sería la situación de las viviendas, hospitales, iglesias, carreteras y servicios básicos (agua, energía eléctrica, comunicaciones, etc.)?

El tsunami que se generaría con olas mayores a 8 metros y que avanzaría en algunos lugares hasta distancias de 2 km, ¿qué daños produciría en la superficie? Recordemos que, en la ciudad de Lima del año 1746, existían 125 manzanas y después del terremoto, solo quedaron en pie 25 de ellas.

Debemos entender que nuestro planeta Tierra sigue en evolución; por lo tanto, todo está en un proceso de transformación y ello trae consigo, terremotos y erupciones volcánicas. Es mejor pensar que la naturaleza nos da el tiempo suficiente para prepararnos antes de ser afectados por un nuevo terremoto, entonces seamos responsables y comencemos a prepararnos.

Fuente: Instituto Geofísico del Perú.


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